viernes, 21 de noviembre de 2008

EL CESTO DEL NILO



A orillas del Nilo no sólo hay el niño Moisés salvado en su cesto flotante de las aguas del río por la hija del Faraón.
A orillas del Nilo hay millares de niños felices. Todos llegaron en un cesto y todos tuvieron una hija del Faraón que los salvó de una muerte segura.
Algunas veces la hija del Faraón tenía la cara arrugada de Madre Teresa de Calcuta.
Otras la hija del Faraón tenía la cara morena de un guardia civil de Almería.
Otras la hija del Faraón tenía la barba de un misionero de Africa.
Otras la hija del Faraón tenía la cara feliz y relajada de una madre contenta que al último momento había decidido de no abortar.
Otras la hija del Faraón tenía la cara decidida y simpática de una doctora de Médicos sin Fronteras.
Otras la hija del Faraón tenía la cara cansada de una mujer de la limpieza de un barrio de Madrid que había rescatado la criatura de un contenedor cuando iba a tirar la basura momentos antes de que pasara el camión de recogida.
Otras la hija del Faraón tenía la cara de una señora de Barcelona que había ido a retirar la niña a un hospital de pequeños huérfanos abandonados enfermos de sida en Bulgaria.
Otras la cara de la hija del Faraón tenía los ojos miopes de un funcionario de la ONU en un campo de refugiados.
Otras la hija del Faraón tenía la cara de un soldado español en misión de paz en Afghanistan buscando entre los escombros de un bombardeo.
La cara de la hija del Faraón es una y mil. Por desgracia muchísimos niños del mundo mueren por guerra,por hambre,por perecer en una patera cerca de la costa europea,por ser niñas en vez de niños en China,por ser de una etnia en vez que de otra,por pura miseria,por aborto legal,por abandono,por pura maldad del género humano.
Pero es también verdad que existen otras muchas personas que por amor,abnegación,sentido del deber, por sentido religioso o por ética laica,por defender la vida,se convierten en Hijas del Faraón y rescatan niños avocados a muerte segura en vertederos,campos de refugiados,escombros,cubos de la basura,pateras hundiéndose en el mar, escenarios de guerra repartidos por el mundo. Cada uno de nosotros puede tener la cara de la hija del Faraón.
Basta que tengamos la voluntad de mojarnos.
Mojarnos en el Nilo de nuestras vidas opulentas,cómodas e indiferentes.
Si bien es verdad que no podremos salvar a todos los niños del mundo,es también verdad que podríamos rescatar a muchos pequeños Moisés en sus cestos flotantes que pasan delante de nosotros sin que hagamos nada.
Intentemos devolver a esos niños rescatados de la muerte a orillas del Nilo.
No merecen morir ni merecen nuestra indiferencia.

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