lunes, 30 de abril de 2012

EL GUSTO REAL DE MATAR A UN ELEFANTE. LAS SIETE MALDICIONES DEL ELEFANTE


 Nunca he podido entender el gusto que una persona pueda sentir  matando a un elefante. Estoy entre ese 60% de españoles que reprueban la caza de elefantes.
 No entra en mis entendederas por cual motivo el rey de España deba hacerse miles de kilómetros en un momento negro para la nación para ir a matar elefantes.
 Y si veo mal que lo haga cualquier excéntrico millonario sin escrúpulos de destruir la naturaleza y la fauna salvaje que mal apenas sobrevive a la maldad humana, menos aún me entra en la cabeza que el rey de España haga una cosa así.
 Imagino la escena tal y como la describe hoy 29 del 4 del 2012 el periódico El Mundo en Crónicas. El rey, acompañado de cazadores profesionales que le ponen a tiro el macho jefe de manada, mira al animal elegido y predestinado a los ojos. El animal mira a su vez a esos seres humanos pequeños e insignificantes que le están incordiando a él y a su familia.
 Mira a los ojos del rey.
 Todos tienen rifles Express Rigby calibre 470, el del rey nº de serie 19988 que pesa 5 kilos cargado con una munición capaz de atravesar una pared de ladrillo como si fuera de cartón.
 El elefante sigue mirando al rey con un punto interrogativo dentro de su gran cabeza.
 Los así llamados “buenos cazadores”, aquellos que matan no para comer sino por el gusto de matar, y para mi, categoría dificilmente catalogable dentro del adjetivo BUENOS, deberían acertar con un disparo entre ojo y ojo de la víctima designada y matarla de un solo tiro. Sin hacerla sufrir. In dar lugar a la embestida del animal herido y furioso.
 Pero he aquí que el rey, acompañado de un francotirador por si acaso, ya que en ésta ocasión no tenía frente a si un oso borracho como cuando estuvo en Siberia con Putin, disparó... una...dos...tres...cuatro...cinco...seis...siete veces, antes de que el colosal paquidermo pudiera considerarse muerto en el suelo ante la mirada consternada de su familia de elefantes, inocentes animales de gran tamaño culpables solo  de tener unos colmillos codiciados por los cazadores.
 El animal, mientras recibía uno tras otro los siete disparos en la cabeza, es posible que en su mente “elefantuna” africana y salvaje fuera formulando malos augurios a su “matador” que en algún modo debieron de ser así como desearle las siete plagas de Egipto, país por cierto también africano.
 He aquí más o menos. Por ejemplo:
1ª.Por la noche en su lujoso bungalow para ricos que van de safari, caerse y  fracturarse por tres sitios la cadera.
2ºQue toda España supiera que el rey en plena crisis del país se había ido a cazar elefantes en África con “amistades discutibles”.
3ª Que toda España se enterara de que el rey tiene una “amistad especial” con una tal Corina princesa de Noséqué y Nosécuantos que acompaña habitualmente a S.M. incluso el algunos viajes oficiales pisando alfombra roja.
4ªQue la reina quedara tan "encantada" de la noticia que ni siquiera volviera de sus vacaciones al enterarse de la rotura de cadera y del séquito real acompañante del marido.
5º Que todo ésto sucediera en el día 14 de abril aniversario de la proclamación de la segunda república españolay que además tuviera que pedir disculpas a la nación.
6ª Que el rey tuviera que ser intervenido por segunda vez a los pocos días por luxación de la cadera.
7ª La séptima maldición la sabía solo el elefante y se la llevó a su cementerio de elefantes. Pero todavía incumbe sobre la cabeza del rey. Cuando lo sepamos podremos decir. “He aquí la séptima maldición del elefante”.

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