-LA NATURALEZA QUEDA EN PAZ
-NOSOTROS COMENZAMOS A MARCHAR
-ELLAS COMIENZAN A VOLVER
Por fin las gaviotas recobran el lugar que les habíamos arrebatado los humanos.
Nosotros comenzamos a marchar.
Ellas comienzan a volver.
Y las playas recobran su paz, su silencio, roto solo por el rumor de las olas y los graznidos estridentes de esas simpáticas aves marinas.
Debo decir que cuando las miro vengo aquejada de profunda envidia por esa libertad que nos comunica su vuelo alegre allá en alto dejándose mecer por las corrientes del aire. También me parece hermoso cuando todas se colocan en la playa mirando en la misma dirección y parecen sonreír, tanto que así se llaman,pájaros sonrientes.
No me queda que saludarlas sabiendo que nuestra marcha es su paz.
No puedo decir lo mismo. Mi ánimo no goza de esa paz después de un extraño verano caracterizado por un sinfín de cosas desagradables encadenadas.
Cosas de la vida,se dirá, y así es efectivamente. Así es la vida.
Cada año que pasa todos los seres humanos vamos acumulando tristezas,enfermedades,decepciones,salpicadas de vez en cuando de una chispa de alegría que procura un poco de oxígeno para ir sobreviviendo.
Por eso me gusta contemplar las gaviotas,porque son libres y parecen felices,incluso sonríen.
Me gusta ver jugar a los niños y sentir sus risas felices aún no contaminadas por el peso de la vida.
Me gusta ver correr los perros por la playa finalmente vacía.
Todo ello procura como un respiro.
El recuerdo de aquellos veranos de hace tantos años, cuando no se veían rascacielos sino barcas de pescadores, no había lujo,había pocos coches,casi ningún yate, todo era más sencillo.
A mi me parece que era mejor y afirmo lo que decía el poeta Jorge Manrique, que “cualquier tiempo pasado era mejor”.
Quizá porque nuestra memoria,en un acto de autodefensa tiende a borrar lo peor de nuestro pasado.
Pues que así sea.
Adiós,gaviota,adiós.
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