-ESPECTÁCULO IMPROPIO DEL S.XXI
-LA MUERTE COMO DIVERSIÓN
-¿FIESTA NACIONAL? EN MI NOMBRE NO
Habiendo vivido mucho tiempo fuera de España siempre me he sentido avergonzada cuando alguien me hablaba de la mal llamada Fiesta Nacional ya que en general la tal fiesta no gusta mucho fuera de nuestro país excepto en el sur de Francia o México.
Nunca he defendido la tal fiesta Nacional, primero de todo porque no puedo considerar fiesta un espectáculo de tortura, muerte y sangre en la lucha despiadada entre un ser humano y un animal.
Posiblemente el ser humano cometa ésta salvajada por dinero y por conseguir la fama. Hubo una época que quién probaba suerte en los toros era empujado por la necesidad, igual que a principios del S.XX en Estados unidos los pobres probaban suerte con el boxeo.
Ahora sin embargo los toreros son niños pijos que salen en las revistas de colorines como el Hola, van a bodas de duquesas aflamencadas y hacen anuncios de colonia a la firma Loewe. Toreros pijos, digamos.
Lo único genuino de la tal fiesta es el toro, víctima propiciatoria subsistida al circo romano que pone solo su sangre a la tal fiesta. También el público se parece mucho al público de los circos romanos en su sed de divertirse con la sangre. Puro S.I en el S.XXI.
El toro simplemente actúa en defensa propia después de ser transportado en mala manera de la dehesa donde vivía, a un ruedo, especie de circo romano, donde no tiene salida y en el cual una serie de personas vestidas de llamativos colorines y lentejuelas le martirizan, le banderillean, le rejonean, le pican y al final le matan, si va bien con una estocada, y si va mal lo descabellan hasta diez veces y se lo llevan moribundo arrastrando en la arena por unas mulillas después de que le hayan cortado las orejas y el rabo cuando no está muerto del todo y que el “inhumano” ser humano exhibirá como sanguinolento trofeo.
Menos comprensible es la actitud del público el cual asiste a tal sangrante espectáculo con auténtico sadismo por ver sufrir a un animal y , quién sabe, si de ver como el toro cornea hasta la muerte al torero.
La muerte del torero en la plaza está comprendida en el precio de la entrada y el público goza enormemente si ésto sucede porque le servirá para contárselo a sus amigos.
Seguramente por éste motivo la Iglesia Católica castigaba con la excomunión a perpetuidad en 1567 con la Bula de Pio V “Bullarum Diplomatum et Privilegiorum Sanctorum Romanorum taurinensis editio” a aquellos que participaran en duelos o corridas de toros, documento que reproduzco en éste mismo blog con el título “la Iglesia Católica y las corridas” bajo la etiqueta de “Tauromaquia abolición”.
Parece que la Iglesia haya olvidado en sus archivos llenos de polvo ésta bula que tiene una lógica de condenar la muerte por diversión (de los humanos) pero no resulta que tal documento haya sido abrogado. También quién no se sienta católico tendrá ética de la compasión por los demás seres vivientes. He querido recordar lo de la Iglesia como curiosidad histórica.
Por lo tanto, en modo personal, creo que sea una inmoralidad llamar a éste espectáculo de sangre y de muerte FIESTA y tanto menos NACIONAL, considerando que hay muchísimos españoles a los que repugna éste tipo de espectáculos más cercanos a la Roma de la época de Nerón que no a la España del S. XXI.
De nuevo en las fiestas de Zaragoza hemos podido ver como un toro corneaba gravemente a un torero, Juan José Padilla, empitonádole un ojo con la consecuencia de que éste hombre perderá la vista de ese ojo y su cara quedará paralizada.
¿A alguien le ha parecido un hermoso espectáculo?
Cuando digan FIESTA NACIONAL en mi nombre no, por favor.
Foto: El torero juan José Padilla corneado por un toro en Zaragoza.
Sí, realmente vergonzosa esta fiesta nacional que ahora ya se volvió un bien cultural.
ResponderEliminarCuando dejemos de lastimar a los animales, aprenderemos a dejar de lastimarnos a nosotros mismos y a los que nos rodean. Los animales tienen la amabilidad que hemos perdido y no se matan entre los que son de la misma especie... Los toros vienen del campo a una arena donde son lastimados hasta la muerte... sin razón alguna. Mueren sin saber porque mueren.