-LA SENTENCIA HA VANIFICADO EL TENTATIVO DE INICIAR LA DESCRISTIANIZACIÓN DE EUROPA.
-EL TRIBUNAL HA RECONSIDERADO LA SENTENCIA POR EL CLAMOR SUSCITADO EN MUCHOS PAÍSES DEL CONSEJO DE EUROPA Y SIMPLES CIUDADNOS.
-LA FUERZA DEL GRITO DE LAS HORMIGAS.
La sentencia apenas emanada por el Tribunal de Estrasburgo de Derechos Humanos tiene una lectura más amplia de la sentencia en sí misma.
Ha dado un “derecho de presencia” al más alto símbolo del cristianismo presente en Europa desde hace más de XX siglos y al cual se quería expulsar de su presencia pública despojando a Europa de sus raíces más profundas y dejando un vacío que otros se aprestan a querer llenar por aquello del “terror vacui”.
Italia ha vencido en el Tribunal de derechos Humanos de Estrasburgo la llamada “batalla jurídica de los crucifijos” en cuanto le ha sido reconocido el derecho de su presencia en las aulas públicas sin que ello sea una falta contra los derechos humanos o la libertad religiosa de los alumnos.
Ésta sentencia ha culminado una larga trayectoria a través de los tribunales italianos, de la Corte Constituzionale y del Consiglio di Stato en Italia que afirmaban que la cruz no se podía considerar solo un símbolo de una religión sino que representaba los valores de la Constitución y de la identidad italianas en cuanto representaba los principios de igualdad, libertad y tolerancia defendidos en la misma constitución.
La primera sentencia del Tribunal de Estrasburgo no daba la razón al estado italiano en cuanto consideraba que podía ser “un símbolo molesto para los practicantes de otras religiones o ateos” en el contexto de la neutralidad confesional del estado. Ésta primera sentencia tenía lugar en noviembre del 2009.
Ésta sentencia suscitaba contrariedad en toda una serie de Gobiernos del Consejo de Europa (órgano del que emana el Tribunal de Derechos humanos de Estrasburgo), que se unían a Italia en su recurso a la Grande Chambre del Tribunal mismo en cuanto, se objetaba, no se había tenido en cuenta el contexto cultural italiano.
La Grande Chambre está constituida por 17 jueces que han firmado el fallo y que pertenecen a Francia, Grecia, Reino Unido, Dinamarca, Andorra, Malta, Eslovenia, Croacia, Estonia, Rusia, Noruega, Finlandia, Suiza, Chipre, Irlanda, Bulgaria e Italia.
Éstos jueces no habían participado a la precedente sentencia.
La nueva sentencia ha decidido que “exhibir las cruces en las aulas no viola el derecho de los padres a educar a sus hijos conforme a sus creencias y el de la libertad de pensamiento y religión de los alumnos”.
La sentencia, que ha salido con 15 votos a favor y 2 en contra, señala que italia “no infringe el Convenio Europeo de Derechos Humanos y actúa dentro de los límites en el ejercicio de sus funciones en el terreno de la enseñanza, al mantener los crucifijos en las escuelas públicas”.
Por lo tanto ésta sentencia , que es firme e inapelable, pone punto final a la discusión y SIENTA UN PRECEDENTE.
Era todo menos banal el tema de discusión. Expulsando la cruz como símbolo contrario a no se sabe cual derecho humano, se iniciaba el despojo lento pero inexorable de la religión y la cultura cristianas en Europa.
Éste empuje hacia la descristianización de Europa viene por una parte de algunos ambientes de “laicismo beligerante” sostenido por determinadas fuerzas políticas y por otro de la pujanza del Islam en tierras europeas que entraría como cuchillo en la mantequilla si las fuerzas a las que antes hacía alusión logran hacer desaparecer la religión y la cultura cristiana de Europa.
Si eso ha sido verdad por una parte, por la otra hay que decir que eso no ha sido posible porque muchos países, algunos salidos del “ateísmo de estado” como Rusia o la muy laica Francia, laica pero inventora de la expresión “laicismo positivo”, junto con los otros países del Consejo de Europa habían criticado duramente la precedente sentencia y habían apoyado a Italia en el recurso.
A ésto hay que añadir la cantidad de ciudadanos y movimientos de vario tipo que quisieron expresar su protesta en las más altas instancias europeas.
Sobre todo éstos últimos, los simples ciudadanos, deben de estar complacidos porque han demostrado la potencia del GRITO DE LAS HORMIGAS.
Y así, con las antenas de las hormigas hay que vivir para no ser despojados de una cultura europea, que a través de diversas confesiones religiosas cristianas, constituyen la propia identidad.
IMAGEN: CRISTO DI CIMABUE (1200)
FLORENCIA ITALIA
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