domingo, 13 de noviembre de 2011

LOS ITALIANOS EN FIESTA POR EL ADIÓS DE BERLUSCONI





- ADIÓS, BERLUSCONI, ADIÓS.
-ITALIA EN FIESTA TRAS SU MARCHA
-LO QUE NO PUDIERON LOS ITALIANOS PUDIERON LOS MERCADOS
Ayer, cuando se supo en modo oficial que Berlusconi presentaba sus dimisiones al Presidente de la república Giorgio Napolitano hubo una explosión de alegría en la plaza del Quirinale y en toda Roma que ha durado toda la noche y aún el día siguiente.
Curiosamente hasta un coro de ciudadanos acompañándose con instrumentos musicales tocaba bajo las ventanas de la presidencia de la República el Aleluya. Una fiesta así hacía años que no se veía.
Y es que los italianos estaban absolutamente hartos de soportar la desastrosa situación a la que Berlusconi estaba llevando al país por no hablar del cúmulo de rabia padecido durante éstos años con las leyes hechas a su medida para evitar la justicia, las payasadas indignas, el llamado bunga-bunga en el que participaban prostitutas y menores de edad, las descarada compra de votos, el monopolio de televisiones y periódicos, las mentiras que contaba en Europa, los programas que se comprometía a actuar y que no actuaba, en fin, se necesitaría casi una enciclopedia de todo lo que no debe de ser un político para entender lo que ha sido Berlusconi en éstos años.
Hay que decir que Italia es un gran país y de ella se dice que funciona milagrosamente a pesar de la clase política que tiene y esa es la esperanza.
Para quién quizá no lo sepa al leer éstas líneas, yo tengo la nacionalidad italiana y aunque vivo en España sigo las vicisitudes que aquejan a éste país que no obstante Berlusconi, sigue siendo la segunda potencia productora de Europa, la segunda exportadora y la séptima potencia mundial. El paro es menor del 10%.
Desgraciadamente acumula una monstruosa deuda que empezó en los años 70 del siglo pasado y, no se entiende cómo, no le impide de ser el gran país que es. Seguramente Mario Monti sabrá incidir en ella y remodelará el elefantiaco aparato del estado italiano.
El que seguramente será designado a presidir el nuevo gobierno, Mario Monti, a quién alguno llama Supermario, tendrá que ser más que nunca Supermario para evitar el negro abismo en el que Italia estaba ya precipitando a causa de Berlusconi, al que ya le faltaba la confianza de los italianos, de los europeos, y finalmente, de los mercados.
Por hoy me quedo aquí, celebrando con los demás italianos la buena noticia de la marcha de Berlusconi.
Mañana seguramente podré brindar con champán el nuevo gobierno italiano presidido por una persona normal y no por Tiberio o Nerón.
Hace ya mucho tiempo que Berlusconi había perdido la confianza de los italianos, que muchos de su mayoría le habían abandonado pero la incapacidad de acuerdo entre los oponentes lo mantenían en el poder.
Podemos decir: Lo que no pudieron los italianos lo pudieron los mercados.
Cierto, no es normal que los mercados decidan los gobiernos de los países pero éste es otro problema sobre el que nos tocará reflexionar otro día.

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