-SI A LAS PERSONAS. NO AL BURKA.
-SEAN BIENVENIDOS LOS CIUDADANOS DE OTROS PAÍSES.
-PERO EL BURKA NO CREO QUE QUEPA EN LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA.HACE FALTA UNA LEY.
Hace unos días publicaba Diario de Navarra la foto de una jovencísima pareja proveniente del Magreb e instalados en Tudela. La cosa no tendría nada de particular.
Muchos españoles en los años 50 tuvieron que coger una modesta maleta de cartón y emigrar al centro y norte de Europa para buscar trabajo.
No me encuentro desde luego entre aquellos que “miran mal” a los inmigrantes, no sería justo que nuestro país, país de emigración no hace tanto tiempo, torciera el gesto ante aquellos que buscan aquí su porvenir.
El problema de ésta joven pareja que vemos en la foto es que difícilmente podrán integrarse con normalidad en la sociedad española si persisten, por ejemplo, en que la mujer tenga que vivir enjaulada en esa prisión que es el burka.
Ese indumento, que ellos consideran un símbolo religioso y que, sin embargo, otros musulmanes no consideran así, debería ser algo que el Parlamento español debería prohibir.
Y no, desde luego, para hacer una discriminación, sino por todo lo contrario. Ésto es, para evitar que exista esa discriminación por la cual Sumaya, la joven de la foto, debe ir totalmente cubierta, mientras Rachid, su marido, no debe ir cubierto.
No escape a nuestra atención que Zumaya lleva incluso cubiertas las manos con guantes negros.
Cuando la pareja pasa por las calles del pueblo,los habitantes los miran como si fueran extraterrestres.
No voy aquí a entrar en el mérito de todas las discriminaciones que sufre la mujer a causa de su religión, en éste caso islámica. Todos lo sabemos ya. El problema es que esas vestimentas y esas costumbres chocan violentamente con las leyes y la Constitución española en el aspecto de la igualdad de la mujer y en su derecho de no ser discriminada hi humillada en su dignidad.
El problema no es solo para Zumaya, que nació en otro país y ahora es ciudadana española. El problema será también para las posibles hijas de Rachid y Zumaya, las cuales tendrán que ir al colegio ataviadas en éste modo, llegarán a la pubertad y se las retirará de los estudios con toda probabilidad así como serán prometidas en matrimonio siendo todavía niñas con aquella persona, en general mucho mayor que ellas, que los padres decidan.
En fin, el problema real es que sea la vestimenta que las costumbres están en contraste con la Constitución Española.
Hay quién objetará que querer impedir éstas costumbres sería racista. Pero a éste punto yo podría objetar que cualquier cosa que se me pase por el cerebro, aunque la ley española no lo permita, pues a mi me debería ser permitido porque profeso una creencia que me lo impone y me lo permite.
Entonces a mi modo de ver, la convivencia de los ciudadanos en un país debe de estar regulada por la ley, una ley igual para todos, sin diferencias de sexo, raza o religión.
Si tuvíeramos claro que no se puede imponer un trato discriminatorio a la mujer, Zumaya podría ir a cara y manos descubiertas y sus hipotéticas hijas no harían otra cosa que ir como va todo el mundo, sin que los padres las puedan imponer de no estudiar o de casarse contra su voluntad.
El Estado debe de tutelar a sus ciudadanos y ciudadanas y garantizar ésta igualdad, pero claramente, solo lo puede hacer legislando en el Parlamento.
No es bueno que aquellos que decidan venir a Europa deban vivir en guetos y al margen de la ley.
Cierto, si no hay una ley, cada cual puede hacer lo que le parezca.
Pienso que aquellas personas a las que se les da la nacionalidad española deberían jurar o prometer la Constitución española, y por supuesto, con ello comprometerse a la no discriminación de la mujer.
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