-EL EVANGELIO NOS DICE DE
“AMAR A LOS ENEMIGOS” RECONOCIENDO QUE EXISTEN LOS ENEMIGOS.
-PERO TAMBIÉN DICE “DAD A
DIOS LO QUE ES DE DIOS Y A CÉSAR LO QUE ES DE CÉSAR”.
Somos muchos los
cristianos que estamos perplejos ante la posición expresada por el
papa Francisco acerca el tema del islam y el terrorismo islámico.
Al inicio la cosa parecía
estar más clara. El papa Francisco decía que estábamos ante la
Tercera Guerra Mundial a pedazos iniciada con el derribo de las
Torres gemelas.
Posteriormente y ante la
masacre continuada por parte del ISIS en Siria, libia e Iraq al punto
de diezmar la población cristiana de esos lugares, el papa Francisco
lamentaba-creo con razón-la indiferencia del mundo ante este
problema y pedía a los gobiernos de hacer algo para parar estas
masacres.
Estamos viviendo por lo
tanto momentos trágicos en esta nueva Guerra Mundial que nosotros
no hemos declarado. Occidente, desde el atentado de las Torres
Gemelas de Nueva York, los trenes de Atocha en Madrid, los atentados
espantosos en Bélgica, en Francia en París y Niza, el asesinato de
un párroco anciano en Francia, Jacques Hamel, mientras oficiaba misa
se siente impotente para afrontar esta situación.
La población musulmana
ha aumentado mucho en Europa, así como hay una inmigración
procedente de otras latitudes, especialmente de América Latina.
Se nos dice que la
población musulmana instalada particularmente en Francia, Alemania y
Bélgica, ya de segunda generación no se siente integrada y por ese
motivo se siente atraída ante los cantos de sirena del ISIS para
combatir la yihad o guerra santa, o sea los infieles que pueden ser
también los ateos y gente de otras religiones, aunque su mayor odio
va dirigido a los cristianos.
Este razonamiento es poco
convincente porque también otros inmigrantes del Perú, Ecuador,
República Dominicana, etc... no se han hecho ricos y no por eso han
creado grupos terroristas.
Claramente los que cortan
el cuello al infiel, o se convierten en bombas humanas, o con un
camión aplastan personas o con un avión derriban un rascacielos, lo
hacen al grito de ALÁ ES GRANDE y no en nombre de Buda o Lutero o
Francisco.
Ante esta constatación,
que no es una suposición sino una realidad, el papa Francisco dice
que el islam es una religión de paz y que debemos considerar a los
musulmanes nuestros “hermanos” y que no estamos ante una guerra
de religión.
Le podemos decir al papa
que nosotros no le hemos declarado la guerra a los musulmanes ni a
los budistas ni a los luteranos, pero que nos parecería justo ser
tratados al mismo modo que nosotros les tratamos a ellos.
Podemos comprender que el
papa Francisco en su posición quiera hacer evidente el mandato
evangélico de AMAR A LOS ENEMIGOS, pero claro, si el Evangelio dice
que hay que amar a los ENEMIGOS es que te está diciendo que existen
los ENEMIGOS.
Pero los cristianos,
agnósticos, ateos o gente de todas las creencias somos CIUDADANOS de
nuestros países y a nuestros gobiernos que representan a César,
pedimos que nos defiendan de estos enemigos que han decidido
declararnos la guerra.
DAD A DIOS LO QUE ES DE
DIOS Y A CÉSAR LO QUE ES DE CÉSAR.
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