-EN EL MONUMENTO DEBERÍA ESTAR
ESCRITO: “IN MEMORIAM DE AQUELLOS ESPAÑOLES QUE, POR NO SABER HABLARSE, SE
MATARON”
-QUE LA CRUZ ABRACE A TODOS
LOS QUE PERDIERON LA VIDA EN LA GUERRA CIVIL Y QUE SEA UN LUGAR DE MEDITACIÓN
PARA QUE NO HAYA MÁS GUERRAS.
En éstos días ha sido la
alcaldesa de Madrid Manuela Carmena quien ha propuesto cambiar el nombre der
Valle de los Caídos por Valle de la Paz. No es la primera vez que se abre este
debate.
Con
relativa frecuencia leemos en algún periódico, programa televisivo o blog de Internet
alguna polémica que tiene que ver con la Cruz.
Hay
quien la quiere ver como un símbolo del franquismo, otros simplemente como un
recuerdo de una terrible guerra entre los españoles que jamás debiera haber
sucedido y que se espera no vuelva a suceder jamás. Para que sea un monumento
de todos y no de parte bastarían pocas reformas.
Habría
que evitar que muchos la sigan considerando un símbolo franquista. Y hay que
reconocer que desde que acabó el franquismo y, con la Transición, comenzara la
nueva España democrática, nada se ha hecho para evitar que una parte de los
españoles no vea la Cruz como una Cruz sino como un símbolo de parte.
La
Cruz de la Basílica del Valle de los Caídos se alza majestuosa en el centro de
España con cuatro gigantescos evangelistas en la base y con la Piedad del
escultor Dávalos en su puerta. El Papa Juan XXIII otorgó al complejo monumental
la categoría de Basílica a la que entregó una reliquia de Lignum Crucis. El
Papa vio en aquél gran monumento donde deberían reposar los restos de
combatientes de ambos bandos, como un lugar de reconciliación nacional después
de la tan terrible tragedia que tanta sangre española derramó.
Pero
ese espíritu de reconciliación ha quedado no cumplido en cuanto nada se ha
modificado de lo que se hubiera podido cambiar con un mínimo de buena voluntad
para que esa Cruz fuera verdaderamente un símbolo de paz y reconciliación entre
todos los españoles. Mucho se podría decir sobre los motivos que lo han impedido,
quizá que por desgracia no ha muerto en los españoles la idea de las dos
Españas de la que una nos habría de helar el corazón como decía Antonio
Machado.
No
puedo por menos de recordar el discurso del presidente de la República Española
Manuel Azaña en Barcelona el 18 de julio de 1938 conocido como PAZ, PIEDAD,
PERDÓN que debería estar escrito en algún lugar de la Basílica reformada.
A
mi modo de ver no hacerlo ha sido un error que bueno sería remediar y que quizá
tocara a la misma Iglesia pedirlo en éste Año de la Misericordia.
No
hay familia española que no cuente entre sus todavía muy recientes antepasados
muertos de una u otra parte. Y si bien la Transición fue un noble tentativo de
cerrar heridas para comenzar de nuevo, y varios gobiernos desde entonces, de
izquierdas o de derechas, han respetado ese espíritu, hoy día que tanto se
habla ese espíritu de la Transición podría tener lugar esa reforma.
Para
evitar que la polémica siga envolviendo a la Cruz del Valle de los Caídos sería
bueno acordar una solución para todos.
Quiero
recordar, por ejemplo, que en Rusia, cuando dejó de existir la Unión Soviética,
se trasladaron los restos de los dirigentes comunistas enterrados junto al
Kremlin a sus respectivas tumbas familiares.
El
único dirigente comunista que ha quedado expuesto al público es la famosa momia
de Lenin, la cual después de encendidos debates, se pensó de dejar donde estaba
por razones histórico-turísticas.
Lo
mismo se tendría que haber hecho en España.
Trasladar
los restos de Franco y José Antonio Primo de Rivera a sus respectivos panteones
familiares y allí darles cristiana sepultura en la intimidad.
Debiera
blanquearse la cúpula o decorarse con algún símbolo de la paz.
Bajo
la cruz del altar mayor de la Basílica una lápida debería recordar a todos.
Por ejemplo:
LA CRUZ,
SÍMBOLO DE PAZ, QUEDE AQUÍ EN SU MEMORIA Y PARA QUE TAN TERRIBLES
ACONTECIMIENTOS NO SE REPITAN JAMÁS Y LA SANGRE NO VUELVA A MANCHAR LA TIERRA
DE ESPAÑA.”
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