lunes, 7 de diciembre de 2015

FRANCISCO EN LA " PERIFERIA MÁS EXTREMA" DE LA GUERRA EN ÁFRICA


-EMPAPAD VUESTRA VIDA DE AMOR Y PAZ-HA DICHO FRANCISCO
-CUANDO HA MARCHADO EL PAPA LA GENTE RECOGÍA EN BOTECITOS LA TIERRA QUE HABÍA PISADO.
No podía el papa Francisco elegir lugar más difícil para su visita pastoral de inicio del Año de la Misericordia que Centroáfrica.
Y si "periferia de las periferias" es el lugar, no digamos el "momento" escogido, cuando parece que al mundo le haya dado por enloquecer y cuando estamos en lo que el mismo Francisco llama la Tercera Guerra Mundial a pedazos que ruge a nuestros pies y en nuestras almas.
Por desgracia en ese lugar galopan los jinetes del Apocalipsis y ningún dolor es ahorrado a esas poblaciones: el hambre, la guerra, la muerte, el ébola.
El papa Francisco se había negado a escuchar a todos aquellos que le habían rogado de desistir de ese viaje y también a aquellos que le recomendaran de llevar protección antibalas o coche blindado.
Bien cierto es que en su imitación de vida a Jesús no entra la palabra "riesgo".
Si Jesús de Nazaret hubiera pensado a la palabra "riesgo" no hubiera entrado en aquella cueva del lobo de Jerusalén donde le esperaba la traición, la tortura y la muerte.
Francisco entró también descubierto entre las multitudes, cristianos y musulmanes, que habían ido a recibirle y a darle las gracias por correr el gran riesgo con ellos de situarse en el centro de los centros del lugar más peligroso del mundo. En el lugar donde imperan la muerte y la destrucción
La presidenta de la nación Catherine Samba-Panza, hija de madre musulmana y padre cristiano, dijo que "la presencia del Papa aleja los demonios de la división, el odio y la autodestrucción", pidió perdón al papa "por la violencia y por los responsables del descenso a los infiernos" refiriéndose a las terribles matanzas que ha sufrido el país, le dio "las gracias por venir a consolar a un pueblo moribundo" y por "su lección de coraje".
Todos en Bangui, cristianos y musulmanes, están agradecidos al Papa por su presencia, porque esperan que la tregua de éste viaje pueda consolidarse y llevar a la paz duradera.
Ha predicado en iglesias y mezquitas, ha dicho misa en un estadio ante 20.000 personas. Ha enjugado el llanto de madres cristianas y madres musulmanas, ha abrazado a niños de la guerra, ha abrazado a enfermos, ha sido visto como un mensajero de paz y concordia por toda la multitud que le ha hecho fiesta y que ha caminado kilómetros para poder acercarse al Papa.
Ningún líder político mundial habría hecho tal cosa por ellos y ellos así lo entienden.
Y ese amor que emana el papa Francisco por todos sus poros ha sido recogido por la gran multitud, y según testimonia el obispo de Bangassou, el español Juan José Aguirre, la gente con botecitos ha ido recogiendo la arena por donde habían pasado los pies de Francisco.
"Empapad vuestra vida de amor y paz" fue el mensaje del Papa a los jóvenes.
A nadie escapa la importancia de haber abierto la puerta del Jubileo del Año Santo de la Misericordia en África y no en San Pedro de Roma.
El Papa de las Periferias Humanas ha ido a abrazar a los pobres entre los pobres, a las víctimas inocentes de guerra, a madres llorosas, a niños famélicos...
Han callado los fusiles y las bombas.
Todo ha callado mientras él abrazaba a esa humanidad sufriente.
El Año de la Misericordia nace con esa foto.

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