sábado, 18 de octubre de 2014

TERESA Y SU ENFERMEDAD GRAVE. SU FAMILIA Y SU PERRO.



-PARA MI ANCIANA MADRE DE 90 AÑOS SU PERRO PIPPO ERA SU AMIGO, SU INTERLOCUTOR EN ESE LENGUAJE DE MIRADAS, CARICIAS, TERNURA ENTRE LOS ANCIANOS Y LOS PERROS.

-LA MUERTE DE PIPPO LE COSTÓ UNA ENFERMEDAD.

Han corrido ríos de tinta ante el sacrificio del perro Excalibur, sacado a la fuerza de su casa y sin el consentimiento de sus dueños ni respeto de su voluntad, sacrificado por voluntad de la Comunidad de Madrid en un acto autoritario e inhumano que no ha sido semejante a los sucedido en Dallas, estados Unidos, con una enfermera contagiada de ébola y de cuyo perro se ha hecho cargo el mismo alcalde de la ciudad para evitar un ulterior sufrimiento a la enferma.

Muchas barbaridades fuera de lugar se han dicho acerca de éste tema, por ejemplo que las más de 250.000 firmas de personas provenían de gente indiferente a que se murieran los niños en África de ébola, lo cual es un razonamiento verdaderamente miserable por parte de quién lo hace, así como que los animalistas que protestaban delante de la casa para que no secuestraran al perro y lo matasen, eran personas indiferentes al posible contagio de los perros a las personas, razonamiento éste hecho verdaderamente en mala fe porque en África no se considera que el perro esté entre los animales que contagian el virus como el murciélago o el mono.

Por otra parte insignes veterinarios han señalado que ha sido un gran error matar a Excalibur sin haberlo examinado ni puesto en cuarentena para ver si efectivamente, como se piensa, el perro no trasmite ese virus o si lo trasmite contrariamente a la teoría oficial.

Por culpa de la Comunidad de Madrid, éste estudio científico no se ha hecho y el pobre Excalibur se ha llevado el secreto a la tumba.

Quien tenemos perros en casa, sabemos que el animal es mucho más que un animal, es un miembro de la familia que acompaña a sus componentes durante la vida cotidiana y que es compañía de muchas personas ancianas o enfermas, mu chas veces, la única compañía.

Puedo decir que la muerte de mi último perro Pippo, le costó una crisis a mi madre de 90 años porque el perrillo salsicha era su compañero de diván, con el que comentaba ella por las tardes lo que decía la televisión, mientras le lamía las manos y movía su colita en una particular conversación entre anciana y perro hecha de miradas, caricias, ternura.

Mi madre no ha tenido consuelo con la muerte de Pippo, no quiero pensar si alguien lo hubiera sacado a la fuerza de casa y lo hubiera asesinado sin más.

Cuando teresa sea dada de alta de su gravísima enfermedad, se llevará un gran disgusto al saber que su amigo de casa, el miembro de su familia Excalibur, ha sido suprimido de forma inhumana por la administración de Madrid que ha demostrado lo poco que le importan los sentimientos de sus ciudadanos,

COMUNIDAD DE MADRID. CERO PATATERO.

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