-LOS MUROS
NO PUEDEN PARAR LA HISTORIA DE LOS SERES HUMANOS
-LOS MUROS
TERMINAN SIEMPRE POR CAER A MANOS DE LOS HOMBRES MISMOS.
Muchos hemos
quedado impresionados en éstos días con la fotografía del reporter
José Palazón que con su imagen es como si hubiera escrito todo un
libro. La imagen a la que me refiero y que aparece encima de ésta
reflexión es el Muro de Melilla en un día cualquiera.
En ella
vemos un hermoso campo de golf con unos jugadores atentos a la
pelota, relajados en medio de una alfombra de hierba verde y fresca
practicando en sus horas libres su deporte favorito.
Nada de
extraordinario ni de criticable, algo completamente normal en
cualquier ciudad europea, y de hecho no critico a éstos jugadores-
aunque en muchos periódicos las redes sociales se han calentado
porque algunos en la ciudad de Melilla interpretaban la cosa como una
crítica y como si alguien dijera que los melillenses no deben de
jugar al golf. No se trata de eso.
Viendo a
esos subsaharianos en la parte alta de la red que con sus ojos
seguían el juego en ese que ellos consideran una especie de “tierra
prometida” cuyos ciudadanos , felices y relajados, pueden dedicarse
en sus momentos de ocio a tan agradable juego y que ellos han tenido
que cruzarse andando todo el desierto del Sahara para asomarse a ésta
realidad para ellos no alcanzable, uno no puede que constatar que los
seres humanos hemos creado éstas barreras para que otros seres
humanos no puedan marcharse, caso del Muro de Berlín, o que no
puedan entrar, caso del Muro de Melilla o el que divide México de
los Estados Unidos que cuando esté acabado medirá 1.200 kilómetros.
La visión
de éstos muros provoca diversas sensaciones, hay quién encuentra
que son muy justos y que están muy bien porque las fronteras
existen, están ahí y hay que defenderlas para que no pase nadie.
Hay otros
que piensan que esos muros, que en el caso de Melilla, no son como
los antiguos fuertes medievales amurallados para evitar la invasión
de ejércitos enemigos armados, sino para evitar que gente desarmada
y a manos desnudas puedan pasar del Tercer mundo al Primer Mundo.
También
sobre ésto hay diversidad de opiniones. Hay quién piensa que es un
sacrosanto derecho del Primer Mundo evitar que venga nadie más de
fuera para trabajar cuando ya hay poco trabajo para los de dentro.
La pegunta
que viene espontánea es la de ¿Cuánto tiempo podrán durar éstos
muros divisorios de dos partes del mundo?
Eterno
parecía el Muro de Berlín y muchas personas murieron en el intento
de atravesarlo. Le llamaban la Cortina de Acero. Ese muro dividía la
Europa Capitalista de la Europa Comunista.
Cuando en
1980 unos obreros de los astilleros polacos en la ciudad de Gdansk
comenzaron con su huelga ilegal y no autorizada, nadie hubiéramos
podido pensar que en 1989 se disolvería la Unión Soviética y que
el Muro de Berlín, aquella cortina de acero, sería derribada por
los ciudadanos.
La moraleja
es que los muros no pueden parar a la historia de los hombres porque
son los hombres mismos son los constructores de la historia.
La Europa
del bienestar cada día carece más de riqueza humana, la mayoría de
obreros son extranjeros porque los españoles o son viejos o están
en el paro porque hay ciertos trabajos que prefieren no hacer y que
de niños nacen siempre menos.
La Europa
del bienestar dentro de poco será una Europa de abueletes y para
pagar las pensiones será necesario que trabajen esos que ahora están
en cima del muro de Melilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario