50 AÑOS DE
MATRIMONIO. 50 AÑOS DE NAVEGACIÓN.
ÍTACA NO ES
EL PUERTO NI LA ISLA. ÍTACA ES EL BARCO.
Y el grande
mar de la vida es un mosaico. El barco Ítaca ha navegado por
cincuenta años por ese mosaico azul y ha parado en tantos lugares
hasta el punto que nosotros, los timoneles del barco-observad que uso
el plural- hemos tenido que sortear vientos y tempestades violentas
de las que parecía no poder sobrevivir, y sin embargo, aunque
rendidos y empapados, hemos llegado a algún otro lugar donde
predominaba la calma. Siempre nos ha confortado la calma tras la
tempestad.
Es verdad
que si miramos al barco Ítaca se le ve con sus desconchones, falta
de pintura y con las velas necesitadas de recambio. Pero navega.
Si, se ve
que es un barco viejo, pero también es verdad que eso tiene su
mérito tras navegar tantos mares y por eso cuando atraca en un
puerto la gente lo mira como diciendo “pues si que tiene coraje
para poder navegar”, y eso te hace sentir orgulloso como a un viejo
general al que le falta una pierna pero vuelve de muchas batallas
habiendo ganado la guerra.
Cincuenta
años de matrimonio es como haber ganado la guerra en esos mares
tumultuosos que hemos atravesado y que seguimos atravesando, porque
no creáis que porque seamos unos viejos marineros vamos a dejar la
navegación. Seguimos.
Cuando
partimos hace cincuenta años éramos como un par de gallitos frente
a la vida que nos parecía bella, fácil, percorrible si uno tiene
fuerza y coraje de plantar cara a los problemas. Así pensábamos
entonces.
Con el
tiempo, como gallitos que han perdido plumas, hemos comprendido que a
veces la vida y los problemas te pasan por encima como una
apisonadora y que no solo hay que tener coraje sino tolerancia y
paciencia cuando en la navegación uno quiere ir al norte y otro al
sur y algún que otro plato de la vajilla marinera vuela por la
cubierta.
Después de
cincuenta años creo que hay que reponer la vajilla. Eso si.
Siempre se
ha tratado de sentarse delante del mapa con alguna magulladura
anímica y ver como se podía ir sea al norte que al sur. Porque
aunque parezca contradictorio se puede ir al norte y al sur. Dos
buenos capitanes pueden si le ponen voluntad.
En nuestro
Diario de a bordo se puede leer que con el tiempo los tripulantes de
la nave han aumentado, primero un par de chicas, después cuatro
nietos, siempre una serie de perros que corrían y ladraban por la
cubierta.
En nuestro
navegar por el norte y por el sur, por mares tranquilos y mares
tempestuosos, hemos hecho largas paradas en diferentes puertos, en
modo que podemos decir de ser una gente de mar que no cree mucho en
fronteras ni banderas y nuestra familia es multilingüe y
multicultural, así como nuestros amigos también tienen mentalidad
marinera y vienen de tantos puntos del mapa.
Nuestro
velero Ítaca navega bajo un cielo azul que es de todo el género
humano y el mosaico que decía al inicio es un mosaico que hemos
hecho los seres humanos, pero que el Creador estamos seguros que lo
concibió como una inmensidad sin fin, así como el mar por el que
navegamos.
Confidencialmente
os podemos decir que el secreto de que los dos capitanes de la nave
hayamos juntos tenido firme el timón por cincuenta años es porque
en realidad el amor es una buena amistad, una complicidad, una
camaradería, una igualdad, unos gustos comunes compartidos con unos
hijos también navegantes.
Y porque
Dios desde arriba , desde ese cielo azul sin banderas ni fronteras,
nos ha ayudado a no hundirnos, a no desanimarnos, a pelearnos con
cordialidad y amistad.
Por eso el
velero Ítaca continúa.
Ya os
contaremos, amigos.
FOTO: ALICIA
Y ADRIANO
Cincuenta
aniversario matrimonio 1964-2014
San Feliu de
Guixols
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